jueves, septiembre 11, 2008

"Culturilla Sevillana"

Enviado por nuestro amigo Huevi: ¡Cuantas verdades en dos párrafos! Merece la pena dedicarle 5 min a esta crítica a nuestra querida "culturilla sevillana". Estoy casi 100% de acuerdo: María José, la telefonista del hotel Colón, me va a echar una bronca, como suele, en plan: esta vez se ha pasado varios pueblos, don Arturo, de Dos Hermanas a Lebrija, o más lejos, a ver quién le manda a usted meterse con la Sevilla de mi alma. Pero uno debe ser consecuente; y la semana pasada, al socaire de Matanza cofrade y la parafernalia blasfemo-judicial que arrastra cual bata de cola, se me calentó la tecla y prometí hablar hoy de cultura sevillana. De manera que cumplo, arriesgándome a que me quiten los premios que en esa ciudad me dieron por la cara, a que el director de ABC -allí y en Madrid El Semanal sale con ese diario- se acuerde de mis muertos, a que los amigos dejen de mandarme aceite, y a que Enrique Becerra diga que el cordero con miel o la carrillada de ibérico me los va a poner la madre que me parió. Pero uno tiene derecho a hablar de lo que ama. Y el caso, como dije que diría, es que con la palabra cultura ocurre algo extraño. Cuando la pronuncian, cinco de cada diez sevillanos piensan en la Semana Santa o la Feria de Abril. A lo más que llegan algunos es al barroco de las iglesias. Mi compadre Juan Eslava cuenta lo del turista que va en carruaje por la Alameda, y cuando pasa ante una estatua y pregunta si se trata de un pintor, un escritor, un músico o un poeta, el orgulloso cochero responde: «Qué va, hombre. Es Manolo Caracol». Pese a los esfuerzos, casi suicidas, de heroicos paladines locales por romper la burbuja en que esa ciudad vive ensimismada, el grueso de los esfuerzos culturales sevillanos pasa por el embudo de las cofradías locales, estructura social en torno a la que se ordena la vida pública. El resto es secundario, no interesa. Los museos languidecen, las exposiciones llegan con cuentagotas -y sólo si está Sevilla de por medio-, las librerías cierran, las bibliotecas no existen o se ignoran. Si se tratara de una ciudad donde imperase la modestia, uno creería que ésta se avergüenza de cuanto la hizo hermosa e inmortal. Pero no es modestia sino egoísmo autocomplaciente, indiferencia a cuanto no sea arreglarse el Jueves Santo para salir con la medalla de la cofradía al cuello, a pintarla en la Feria, a tomarse una manzanilla en Las Teresas o en Casa Román, mirando alrededor mientras se piensa, o se dice, que Sevilla es lo más grande del mundo, y qué desgracia la de quienes no nacieron sevillanos. Siempre que viajo allí me pregunto lo que podría ser esa ciudad si dejara de mirarse en su espejo autista y se abriera al mundo con la cultura como reclamo y bandera. Hablo de la cultura de verdad, no de la caduca soplapollez de diseño que pretenden vendernos políticos y mangantes en busca de la foto y el telediario del día siguiente, o del folklore demagógico y sentimental con el que quienes manejan el cotarro pretenden -y lo consiguen desde hace siglos- llevarse al huerto a la ciudadanía. Hablo de la Sevilla que va más allá de los retablos barrocos en misa de doce, de los bares de tapas, de los pasos de Semana Santa, de la Feria de Abril y los carnets del Betis o del otro, de los apresurados rebaños de chusma guiri que el sevillano necesita tanto como desprecia. ¿Imaginan ustedes parte de la pasta invertida en cofradías y casetas de feria, empleada en hacer de esa ciudad un verdadero polo de atracción, no sólo del turismo, sino de la cultura internacional? ¿Calculan lo que supondría aprovechar el clima, el fascinante escenario, la abrumadora riqueza de palacios, atarazanas, lonjas e iglesias, para proyectar la ciudad hacia el exterior, celebrar conciertos de renombre internacional, organizar ferias y exposiciones que atrajeran a artistas, críticos y público culto de todo el mundo? ¿Imaginan una gestión cosmopolita, lúcida y eficaz, de tanto arte, arquitectura y belleza, con la extraordinaria marca registrada de Sevilla como argumento? Es desolador que una ciudad así no se haya convertido -la ocasión perdida de la Expo se esfumó con los mediocres y los catetos que la gestionaron- en sede anual, bianual, quinquenal o lo que sea, de acontecimientos culturales que pongan su nombre, a la manera de Venecia, Salzburgo, París o Florencia, en la vanguardia de la cultura internacional. En lugar de eso, Sevilla sigue resignada a ser una pequeña ciudad onanista y a veces analfabeta, que no llora por las cenizas perdidas de Murillo, pero sí cuando pasa la Virgen; y que emplea el resto del año en discutir sobre si los arreglos florales de la Esperanza Macarena eran mejores o peores que los de la Esperanza de Triana.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

blakir, la blanca te va arratrar como una caja de pescao.el cabron

Anónimo dijo...

Poner algo de la escapada a Londres, coooñoooooo.
W.

Anónimo dijo...

Yo apoyo al Arturo, si supiese como coño insertar fotos, colocaría varias del tradicional mercadillo de los jueves de la calle feria, bueno del mercadillo no, poqrque en realidad es una mierda, sino de como dejan las calles despùés, llenas de suciedad y de litronas; y de lo que nos cuesta a los sevillanos, una pareja de Limpasam con su correspondiente camión.

Pero claro, a ver quien se atreve a quitarlo.

Va a tener que intervenir Cataman.

Jesulinho

Anónimo dijo...

Pero, dado la calidad de nuestros políticos, el otro día vi en no se que periódico a una concejal del PP.
Os acordáis los pucheritos del San José de Mª Eugenia?, aquella chica, yo creo que era repetidora.
Pues esa es concejal del PP en el ayuntamiento de Sevilla.

En manos de quien estamos?

Si Cataman estuviera por aquí...

Jesulinho

Anónimo dijo...

Felicidades,
mira que os he tenido censurados durante casi dos meses, pero dando un pequeño repaso a los últimos artículos veo que la cosa va mejor, por cierto "blakir" con sus últimas entradas eleva considerablemente el nivel tan barribajero del espacio.
Felicidaes y a seguir por el buen camino.
Para disparar con petardillos, utilicen el patio de juegos del colegio.
La chusma ("el cabrón", etc...), ya sabe lo que tiene que hacer.
EL ERUDITO.

Anónimo dijo...

EL ERUDITO ME TRINCA EL PITO

Anónimo dijo...

erudito eres más tonto que Abundio, que le echaba de comer caramelos a los cochinos y que cuando queria comer caramelos les chupaba el culo.el cabron

Anónimo dijo...

Mención especial para nuestro amigo "el pilu" y su inestimable aportación al mundo de la arquitectura.
Acaba de ganar otro concurso de ideas.
Ha aprendido a ponerle puerta a las casas y a los colegios y desde entonces está que se sale.

Enhorabuena.

Jesulinho.